jueves, 19 de agosto de 2010

Bienhallados. Acerca de la depresión post vacacional.

En estos tiempos que nos toca torear, todo produce depresión: depresión post vacacional, post parto, post traumática, post prandial, post boda, post mundial, post erasmus, ... todo lo que nos es grato nos produce después un vacío que no sabemos llenar bien. Tener un hijo o ganar un campeonato del mundo (por delegación, ya que lo juegan otros) es un acontecimiento deseadísimo, pero según se alcanza, una vez desahogado nuestro anhelo, lo que nos queda es algo parecido a la tristeza. ¡Toma! Tanto esperar para esto.

Las vacaciones es otro de los inventos humanos que nos producen depresión. Entendemos por depresión... ¿qué? Lo que en los baretos de nuestro barrio llamamos "el bajón". No es tristeza, no es cansancio, es... no tener ganas ni de morirse. Once meses esperando las vacaciones, reservadas cuatro meses antes de salir, el último mes dedicado a la preparación de actividades, consultando en la wikipedia los lugares donde vamos a ir y durante la última semana disponiendo y previendo todo: revisar las ruedas y el aceite del auto, decidir qué comida dejaremos en el frigorífico, quién nos va a regar las macetas, quién llevará a la abuela al otorrino, que está otra vez teniente.

El mes de vacaciones se pasa que ni lo ves y hala, vuelta a empezar. Tanto esfuerzo ¿para qué?

Antes de que se inventara lo que es políticamente correcto, cuando nos veían apagadillos en nuestra vuelta a la oficina decíamos símplemente:"va a ser que estoy de mala leche porque se me han acabado las vacaciones..." Y lo intentábamos paliar tomando unas cervecitas con los camaradas. La respuesta era vulgar, científicamente poco rigurosa y políticamente desagradable, pero describía perfectamente el problema. Ahora, el puritanismo new age que invade toda nuestra sociedad, ha dado un nombre al problema, lo ha delimitado perfectamente y lo ha clasificado en el lugar que le corresponde. Es decir, lo ha jodido en todo su ser. Porque ahora, que nos digan que tenemos depresión post vacacional incita más a tomar Lexatines que Cruzcampos y nos hace sentirnos incluso avergonzados por habernos autoinfligido el atentado de las vacaciones. Nuestros jefes nos miran de arriba abajo, comprendiendo que estás enfermo, pero sin llegar a admitir que pongas los pies encima de la mesa, que esto sí que hubiera sido un avance.

Un día, nuestra puritana y paternalista sociedad nos prohibirá las vacaciones, por nuestro bien, igual que prohiben el tabaco o el alcohol en ciertos lugares. O, si no se atreven, empezarán por desanimar al trabajador enviándole el día que inicia las vacaciones mensajes de advertencia, por su bien: "Las autoridades sanitarias le recuerdan que las vacaciones pueden provocar depresión" o bien "Irse de vacaciones te deja luego que pa' qué" o éste más descorazonador "No se vaya, que luego tiene que volver y es peor".

Algunos no tienen este problema este año. Podéis ver la opinión de un experto en este video: http://www.youtube.com/watch?v=hfZ-n7_rp1U 
Otro día hablaremos de la astenia primaveral, ese maldito término que ha acabado con la poética melancolía de mayo. Yo ahora no puedo, porque acabo de volver de vacaciones, y depresión, lo que se dice depresión, no tengo. Lo que sí tengo es una mala leche......

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