domingo, 23 de octubre de 2011

Muertes de perro

N. del A. Tomo prestado el título de esta entrada de la genial novela de Francisco Ayala, para plantear con ustedes un tema de debate: si un tirano debe morir ajusticiado, asesinado, encarcelado y simplemente de viejo. Sí, por supuesto, escribo esto a raíz de la honorable muerte del señor Gadafi.
Año II opus 78
¿Y ahora qué? Espero que no quieran tirarlo al mar, como se hizo con Ben Laden. Si tiraran al Mediterráneo a todos los tiranos, nos quitaban todas las banderas azules de nuestras playas. Según se dice, el bueno de Muammar al Gadafi, un noble dictador que ejerció su vesanía con absoluta lealtad al código ético del tirano (represión, culto a si mismo, megalomanía, excentricidad, tendencias dinásticas y desmedido afán de lucro) fue alcanzado en la coronilla por una bomba de las fuerzas de la OTAN, un hecho que me sorprende, ya que como todo el mundo sabe, la misión de las fuerzas aliadas es proteger a la población civil, no bombardearla. Seguro que tiene que haber una explicación satisfactoria. Y también se dice que una vez herido fue trasladado en busca de ayuda médica, pero sólo le administraron unos gramos de plomo por vía intracraneal. Las urgencias están allí peor que en España. 

Harmodio y Aristogitón, conocidos como Los Tiranicidas, por haberse cepillado al
tirano Hiparco de Atenas. Por la gesto de Harmodio, debió partirlo en dos.
Todo esto lo saben ustedes ya, lo que me llama la atención es el modo de morir de esta criatura, que recuerda necesariamente la muerte de Ben Laden (tiroteado y arrojado subrepticiamente al mar como un residuo nuclear) o la de Saddam Hussein (ahorcado en directo por  TV). Muertes sin lugar a dudas ejemplarizantes, ante lo cual yo planteo: ¿Deben morir así o ser juzgados?

Otros dictadores de los muchos que dio el siglo XX han tenido fines muy distintos. Voy a repasar algunos, pero es imposible que nombre a todos, así que pido perdón de antemano a aquellos tiranos que no cite,  y que sepan que están presentes en mis pensamientos y mis oraciones.

Empiezo por los que han terminado sus días de forma violenta, además de los que ya he citado antes. Otros ejemplos:

Nicolae Ceaucescu, fusilado en 1989, también probó su propia medicina con presencia de las cámaras.
Pol Pot, fue ayudado a morir por sus propios Jemeres Rojos en 1989, después de haber puesto Camboya manga por hombro, masacrado a un millón de personas y declarar ante la prensa, que "él no era un hombre violento".
Benito Mussolini fue fusilado en 1945 en Milán y su cuerpo ultrajado junto al de Clara Petacci, que pagó con su vida haberse arrimado al Duce, un calvo con mala leche.
Adolf Hitler murió de su propia mano en 1945 después de haberse salvado de, dicen, cuarenta y dos atentandos contra su persona. Como amante de la eficacia alemana que era, debió pensar que eran todos unos inútiles y que si quería morir, tendría que encargarse él mismo. 

Otros dictadores han acabado su tiranía en los tribunales:

Hosni Mubarak supo cómo la  Primavera Árabe la sangre altera y cuando le detuvieron le dio un infarto. Afortunadamente, parece que va a a vivir para escuchar su sentencia.
Slobodan Milosevic, murió en 2010 en su celda de La Haya, lo que le valió para sustraerse de las acusaciones de genocidio que le imputaba el Tribunal, que entendía así que la Limpieza Étnica realizada en Bosnia, era en realidad algo tremendamente sucio.
Jorge Videla ha sido condenado ya por crímenes de lesa humanidad, con diversas entradas y salidas de la cárcel, pero no ha dicho aún lo más importante, no nos ha explicado todavía dónde están las personas desaparecidas bajo su régimen y que tantas madres siguen buscando.

Algunos dictadores consiguieron morir de viejos, en un hospital:

Augusto Pinochet fue juzgado en Londres y en Chile y murió en 2006, en un hospital, ya que verse todo el día metido en líos de abogados gasta mucho la salud.

Idi Amin Dada, salvaje como pocos, murió anciano en un hospital en 2003: Padecía de hipertensión, lo cual no es de extrañar si es cierto que acostumbraba a incluir a sus enemigos en su dieta. Hay que comer más verduras y menos disidentes. 
Josef Stalin, en 1953, se encontraba ya anciano en su dacha y sufrió un ataque. Tardó algunos días en morir los cuales pasó rodeado de sus colaboradores del Politburó que le miraban hipócritas, esperando con ansia su muerte. Millones de personas también lo deseaban desde sus tumbas.
Francisco Franco, para finalizar, unas notas sobre este adorable viejito que fue llamado junto a su Creador en 1975, en un Hospital con su propio nombre y a quien, con seguridad, instalaron en el Cielo en una nube de aislamiento, para evitar represalias de tantas y tantas almas españolas de su época que llegaron allí antes que él desde las cárceles o las paredes de los cementerios. 

Como ven, casi siempre la muerte nos impide que los tiranos acaben pagando sus culpas en la cárcel. Lo único que pido es que no lo tiren al Mediterráneo, que ya tienen bastantes problemas sus ecosistemas.


miércoles, 19 de octubre de 2011

Homo Emptor

N. del A. Homo Emptor (Hombre Comprador) es la especie a la que pertenecemos. Cada día que pasa tenemos mayores necesidades de comprar regalos. Comprar, comprar y comprar. Lo pienso ahora que ya veo que se preparan los centros comerciales para la campaña de Navidad. 

Año II Opus 76
Propongo renombrar nuestra especie de homo sapiens a homo emptor.  De sabios tenemos poco o nada, pero de compradores, lo somos todos, según nuestro peculio. A menudo compramos para otros, no para nosotros, porque no sé por qué nos gusta tanto regalar. Tal vez en vez de emptor, comprador, deberíamos llamarnos Homo Dona, el hombre regalos.
Nos encanta recibir regalos. Lo que no entiendo muy bien
es por qué nos gusta también hacerlos. 

Igual que existe un calendario del contribuyente, donde tenemos señaladas las fechas en las que debemos cumplir con nuestros deberes con la Hacienda Pública y de la misma manera que existe un calendario litúrgico para que no olvidemos nuestros deberes con la Divinidad, también existe un calendario comercial, que nos ayuda a no descuidar nuestros deberes con los centros comerciales. Tenemos en determinadas fechas la sacrosanta obligación hacer regalos con diligencia y puntualidad a nuestros seres queridos, para quienes nos dejamos la vida y el salario en las cajas registradoras sin preguntamos por qué siguen siendo queridos.

Hagamos un rápido repaso del calendario de regalos que un ciudadano medio (que con la crisis se quedó en medio ciudadano) debe costear a lo largo del año, con el sudor de su frente y el estrés de su monedero. Un repaso a todas las campañas comerciales que nos acechan como pirañas en un bidet. Pongamos de ejemplo un ciudadano de Móstoles, porque este calendario tiene variedades locales:

 6 de enero. La tradición es la tradición y los Reyes Magos son tres y son magos y muy buenos y traen regalos para los hijos... y para los padres...y cónyuges y sobrinos y hermanos y si es usted imbécil, también para los cuñados. 
 Enero-febrero. Las rebajas, imposible perdérselas, aproveche para regalarse a sí mismo ropa que no le gusta y no va a ponerse nunca, pero está baratísima. Jamás hay de su talla, pero en vez de ofenderse, no  puede evitar pensar que está rebajada un 50% y compra. 
 14 de febrero. Tenga cuidado con San Valentín, que lo carga el diablo. Un buen regalo es un buen inicio de  conversaciones de paz con su cónyuge, con el que convive a diario en un ambiente de tenso alto el fuego.
 19 de marzo. El día del Padre, acuérdese de ese hoy venerable viejito que cuando era usted joven le daba dos guantazos por cada mala acción que cometiera, ya fuera en grado de consumación, de tentativa o de mero pensamiento. Ahora, ya adulto, se vengará seleccionando cada año una corbata con elefantes amarillos para su progenitor. 
 Domingo de Ramos. Hay que estrenar ropa, así que regálese a sí mismo y a su familia alguna prenda que estrenar. Viene muy bien estrenar zapatos por ejemplo, que se vea que son nuevos, que ese día sus vecinos deben apreciar la ropa que estrena. Por esta razón, estrenar ropa interior no sirve de nada, salvo que tenga usted  mucha confianza con sus vecinos. 
 23 de abril. Sant Jordi. Como teníamos pocas ocasiones de gastar dinero, las grandes librerías intentan poner de moda en el resto de España la bella y catalana tradición de regalar libros y rosas, pero como no hay costumbre, lo hacemos a lo loco y regalamos libros y rosas indiscriminadamente, hasta que algún día nos hagamos daño. 
 Mayo. Día de la Madre, acuérdese de esa hoy venerable viejita que antaño denunciaba a su padre las malas acciones que cometía usted, que luego se trasformaban en guantazos paternos (ver dos ítems más arriba). La venganza se sirve ahora en forma de electrodomésticos de cocina para encaderla aún más a esa pieza de la casa.
 Fin de curso. Los niños han obtenido buenas calificaciones en el curso y le piden que les compre una consola de videojuegos como premio. Usted consiente en el ejercicio de sus funciones de fomento al estudio y, mientras desembolsa su dinero, recuerda a quien le escuche que a usted nadie le regalaba nada por aprobar. Al contrario, recibía dos guantazos del viejito adorable si traía suspensos (ver tres ítems más arriba)
 Julio-Agosto. Vacaciones. Si se va a la playa, no debe dejar de comprar recuerdos para sus hermanos, primos, amigos y compañeros de trabajo, que no pueden vivir sin las camisetas con el texto "Mis abuelos que me quieren mucho estuvieron en Benidorm y se acordaron de mi".  Camisetas para usar sólo en casa, por supuesto.
 Septiembre. Vuelta al cole. El dinero peor gastado del año, porque todo es fungible, menos nuestra locura: los lápices, las mochilas, los libros y los uniformes. Todo debe ser nuevo cada inicio de curso. 
 31 de octubre. Halloween. Hay que comprar disfraces, calabazas y chucherías para regalar a mocosos con caretas y pintarrajeados que llaman a la puerta desde varios días antes a la fecha (los niños también inician la campaña con antelación, como los centros comerciales), en vez de darles dos guantazos, como hubiera hecho nuestro venerado viejito de siete ítems más arriba. En esas ocasiones yo también veo muertos, como el niño de El sexto sentido
 25 de diciembre. Navidad. No confundir con el día de los Reyes, porque por culpa de este espíritu ecléctico que nos da vida a los españoles, para no ofender a nadie, hacemos regalos en las dos fechas. Ante la duda, dos regalos.
 31 de diciembre. Nochevieja. Es una minicampaña de ropa interior de colo rojo. ¿Acaso se puede despedir el año con unas bragas verdes? No, señora, no, póngase las bragas rojas o las peores desgracias le sucederán a usted. Sí, señora, sí, hay peores desgracias que las usted está viviendo ahora. 

Hala, les dejo, que tengo que hacer ya las compras de Navidad. 

lunes, 10 de octubre de 2011

La belleza ni se crea ni se destruye

N. del A. El tema de hoy va dedicado a todos los que se miran en el espejo. Para que no se preocupen de lo que ven en él y aprendan a disfrutar de la belleza que vamos sembrando por ahí.

Año II Opus 75
Lo que cuento hoy me fue inspirado el otro día, cuando me encontré a unos vecinos de la casa donde vivía antes. Cuando se lanzaron a ser vecinos míos - su dormitorio era lindante con el mío- formaban una pareja joven que yo admiraba por diferentes motivos: a él, por una hermosa cabellera; a ella, por un cuerpo magnífico rematado en un divino trasero de proporciones áureas y a los dos, porque derrochaban su juventud martirizando los muelles de su colchón con una frecuencia envidiable, mayor aún los fines de semana, a costa de mi descanso.

Fruto natural de aquellos combates fue una criatura con pulmones de Tarzán cuyo llanto sustituyó rápida y duraderamente el crujir de muelles que antes armonizaba mis noches. Créanme que yo prefería el ruido de la cama, porque aunque era recurrente, nunca duraba toda la noche.

Cuando tropecé con ellos,  él había sustituido su hermoso pelo por una alopecia androgénica bastante avanzada lo cual  me hizo temer lo peor. Esperé a que pasara ella para seguirla con la vista y observar su estampa trasera: aquél dignísimo castillo de popa propio del buque insignia de la Flota de Indias ya no era sino un pantalón relleno con forma más o menos irregular. Decepción olímpica. A cambio de estas  terribles pérdidas, un niño precioso de pocos años saltaba y jugaba rebosante de vida y vitalidad. En ese momento pensé que era evidente que una transferencia se había producido de los padres hacia el niño. Una transferencia de belleza o salud o juventud o tal vez, un poco de todo.

Ella tenía una magnífica popa de fragata
hoy convertida  en la de un esquife.
Conecté rápidamente este caso con otro encuentro del año pasado: una antigua compañera de facultad que creí reconocer en una mujer que viajaba en el Metro. Yo la recordaba también por su cuerpo venéreo, cuya perfección se alcanzaba igualmente en la grupa (disculpen la simplicidad de mi cerebro masculino, pero el rasgo que en mi mente conectaba a ésta mujer con mi ex vecina era la misma parte del cuerpo), una chica que entonces era muy atractiva a pesar de que portaba una nariz espantosamente larga y afilada. Tal era la nariz, que yo procuraba siempre sentarme detrás de ella, no tanto para admirar su noble retaguardia como para evitar que, estando delante, me descabellara en un estornudo. Pensaba entonces que su bello cuerpo era una indemnización de la Madre Naturaleza por su notorio defecto de producción.

La mujer que viajaba en el Metro se había operado la nariz: ahora era una bola graciosa y pizpireta. Sin embargo, la Madre Naturaleza debió considerar que la compensación ya no era necesaria y permitió que su cuerpo se desbordara en todas sus proporciones. También pensé entonces que la belleza parecía buscar un equilibrio como si la gobernara el principio de los vasos comunicantes.

Ahora lo veo claro. La belleza ni se crea ni se destruye, sólo se transforma. Los padres no perdieron belleza,  se la transfirieron al chaval y a la chica del Metro simplemente, se le reorganizó su belleza (en contra de mi criterio, ya que yo prefería la versión original, si me permiten dar mi opinión. Bueno, ahora que lo pienso, es mi blog, faltaría más, claro que doy mi opinión.)

Yo, cuando me miro en el espejo, veo un donante de belleza generosísimo, a juzgar por las arrugas de mi cara y los grandes espacios desforestados de mi cráneo. Y cuando veo a mis hijos, no me cabe duda de dónde ha ido a parar la donación. No me parece que haya nada más hermoso ni de lo que me pueda sentir más orgulloso que esta herencia para mis hijos que puedo disfrutar en vida, sin necesidad de pagar al notario. Todo lo contrario que la herencia de mi patrimonio económico, dado que confío en que mis derechohabientes esperen a que yo muera para hacerse con él; tal vez me equivoque y tenga que escribir algún día una rectificación de este artículo.

Por todo esto, quiero aprovechar esta ocasión para aconsejar a todos mis lectores que no lamenten la belleza y la juventud que han transmitido, sino la que hayan arrojado por el WC sin provecho de nadie y toda aquella que les quede dentro del cuerpo, adminístrenla  y disfrútenla a sorbos pequeños  o grandes tragos,  con delectación o glotonería. Vivan mirando con indiferencia el espejo, que la belleza no se pierde, podemos disfrutar de la que nos rodea, de nuestra gente, de nuestras cosas, de nuestros lugares o de nuestros días y semanas. Hay que recoger, como en un videojuego, todos los fresones que nos dan vida y con absoluto descaro, vivir a quemarropa.

Da igual el cuerpo que entreguemos a la Muerte, pero el alma, hay que entregarla usada, muy usada, imposible de reciclar.

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